domingo, 19 de octubre de 2014

James S. Lee, 1935.

Antes de comenzar mi historia de manera acertada, dedicaré algunas palabras sobre el hábito del consumidor de drogas, a manera general.
Durante los treinta años en los que fui un constante usuario de muchas clases de drogas, mucha gente, incluyendo médicos y químicos, me preguntaron que cómo era posible que pudiera continuar este hábito por tanto tiempo, con tan largas cantidades de drogas y seguir con tan buena salud.
Esta historia sobre mi verdadera vida contará la razón, y también mostrará al hábito del consumir drogas desde un nuevo punto de vista.
Han pasado ya muchos años desde que dejé de consumir drogas, pero durante los treinta años que lo hice, utilicé morfina, cocaína, hachís, opio y un gran número de otras drogas, todas en solitario o combinadas.
Las dosis a las que me acostumbré, después de tantos años de hábito, parecen casi una mentira, aunque es verdad que las dosis las fui subiendo siempre gradualmente, hasta que pude inyectarme ochenta granos de cocaína pura al día; lo suficiente para matar a muchas personas, si se les dividiera esa cantidad entre ellas.
En algún tiempo, cuando prefería morfina sobre todo, me inyecté tanto como diez granos al día, aunque la dosis médica es de un cuarto de grano.
Mi brazos, hombros y pecho tenían un color celeste, que, si se miraban más de cerca se podían observar las marcas de los pequeños pinchazos, las marcas de las jeringas hipodérmicas.
Durante muchos años he explorado las junglas del Viejo Este en búsqueda de nuevas drogas; probando plantas extrañas, capullos y raíces, haciendo extractos y probándolos primero en animales y en algunos casos directamente en mi, y describiré después los extraños efectos que éstas producían; particularmente una de ellas, a la que he llamado "El elixir de la vida."
Si algunas cosas de que las que describí son horribles. no son más que verdades. ¿Qué extrañas visiones puede un hombre no haber visto después de vivir en países como China, si se mira por debajo de la superficie? Es un país de camuflaje y caminos ocultos. Basureros que lucen inocentes, que flotan sobre los ríos y los canales, pueden ser en realidad lugares de apuestas o casas de consumo de drogas, donde orgías de muchos tipos se llevaban a cabo. Ningún europeo, a menos que fuera invitado por un chino de confianza, podría entrar a esos lugares.
La vida de un consumidor de drogas puede ser una vida feliz, mucho más feliz que ninguna otra, o puede ser una vida de sufrimiento y miseria; depende del conocimiento del usuario. 
El período más interesante se alcanza solo después de varios años, y solo cuando la salud ha sido retenida en perfecto estado; usando muchas drogas (ya el solo nombre de droga invoca al desastre) e incrementando la dosis de manera inteligente; un sistema que me lo ha enseñado el doctor hindú del que tanto hablo en este libro y que fue quién me inició en el hábito de las drogas.
Visiones de duermevela comenzaron a aparecer bajo la influencia de dosis largas, y esas visiones fueron siempre muy interesantes.
En ocasiones me quedaba sentado toda la noche tomando drogas hasta que el cuarto quedaba lleno de espíritus. Podían ser horribles, grotescos o hermosos, dependiendo de la naturaleza de la droga que los producían. Escenas extrañas han visto mis ojos, escenas que parecían como la vida misma y las cuales describiré después.
Cuando la Dangerous Drug Act entró en vigor, fui forzado a dejar todas las drogas, debido al peligro y riesgo que corría al tratar de obtenerlas, era demasiado. Las ridículas cantidades de las cuales las autoridades hacían tanto alboroto no me servían de nada, y fui capaz de dejarlas sin ningún problema ni sufrimiento, debido a mis descubrimientos y experimentos. 


Traducción al castellano del primer capítulo de Underworld of the East, James S. Lee, 1935. De la edición de Green Magic, 2000.

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